COLECCIÓN IGNACIO PALOMO. ÁFRICA: HISTORIA, ARTE Y CULTURA

CARLOS TREVIÑO AVELLANEDA – AICA Spain / AECA

El pasado 22 de junio, tuvo lugar el singular evento de la apertura privada para personalidades del mundo del arte del Museo Africano de la Fundación Dr. Ignacio Palomo. El doctor Palomo, además de ser un reconocido profesional médico de la ginecología, la obstetricia y la infertilidad, tiene una faceta humanista y coleccionista de arte que es la que le ha motivado a crear su magnífico museo.

Su amor por el África negra se manifiesta en las acciones altruistas que realiza a través de la Fundación Dr. Palomo, que incluyen intervenciones y estancias médicas para ayudar a los más necesitados y la promoción de actividades de ocio saludable con jóvenes para evitar el riesgo de exclusión. Y también en que, a lo largo de los últimos 20 años, ha adquirido obras de arte en subastas, galerías de todo el mundo y a particulares para sentir cerca el continente, considerado origen de la raza humana, y mantener viva el alma africana en su vida cotidiana y compartirla con los demás.

Fig. 1. El Dr. Ignacio Palomo con parte de su colección detrás.

La concepción del museo

El Museo Africano de la Fundación Dr. Ignacio Palomo está situado en un edificio anejo a su vivienda en el que hay dos estancias claramente diferenciadas: una contiene una parte de su ex su colección siguiendo el hilo conductor marcado por Carlos Abad, comisario de la colección, encargado de la selección, estudio y propuesta museográfica del conjunto de varios centenares de piezas; y la otra contiene obras no incluidas en este hilo, tanto artistas africanos que han enfocado su creación en el gusto occidental como de artistas contemporáneos europeos y americanos que han seguido la tradición primitivista africana estableciendo un diálogo intercultural de sumo interés, en la que se incluyen sala de conferencias y pequeños salones de reunión destinados a audiovisuales explicativos y algunas obras de la colección que se ha considerado exponer de forma más autónoma por diversos motivos.

La concepción de Ignacio Palomo desde el inicio de la colección fue la de crear un espacio de encuentro entre las diferentes culturas africanas y el resto de culturas, mostrando la evolución del arte del continente y favoreciendo una reflexión sobre la importancia de éste en el arte contemporáneo occidental, que se manifestó especialmente con los artistas que se fijaron en el primitivismo a comienzos del siglo XX y se considera una de las mayores influencias de las vanguardias históricas, véase Las señoritas de Avignon (1907), de Picasso, considerada por la crítica tradicionalmente como la primera obra cubista.

Fig. 2. Máscara de Justicia Ngil. Etnia Fang (Gabón). Con una similar fue el primer contacto de Picasso con el arte africano en 1906. Madrea exótica blanqueada con caolín.

El arte tribal africano centra uno de los debates más importantes de la actualidad, pues muchos países han reclamado la devolución de las obras más antiguas e importantes, que fueron sacadas del continente como resultado del expolio de los colonizadores que, haciendo uso de su poder y fuerza, arrasaron indiscriminadamente los territorios llevándose consigo piezas de gran valor patrimonial, religioso e identitario para las diferentes comunidades. Recientemente Francia devolvió 26 obras de arte a Benín, y otro tanto han hecho Alemania y Bélgica. El doctor Ignacio Palomo, muy sensibilizado con esta polémica, fue muy claro desde el principio. Todas las piezas de la colección son posteriores al inicio del siglo XX, cuando los africanos, obligados a elaborar otras figuras para reemplazar las expoliadas y sabedores del interés de los occidentales por sus objetos rituales, incorporaron la idea de, después de usarlas, venderlas o intercambiarlas estas piezas, figuras y máscaras. Es por ello que no tienen un especial valor monetario especulativo relacionado con su antigüedad, pero acercan la cultura africana perfectamente, y no únicamente la tribal y “ritual”, sino también la evolución de otros artistas que han entrado en el mercado del arte contemporáneo mundial.

La colección se ha ido nutriendo paulatinamente desde comienzos del siglo XXI y se estructura a través de tres ejes que tienen que ver con la profesión del Palomo: la maternidad y los ritos de fecundidad; las enfermedades y la sanación; y los ritos de iniciación a la edad adulta. Conforman la exposición piezas de Benin, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Etiopía, Gabón, Ghana, Guinea Ecuatorial, Kenya, Liberia, Mali, Nigeria, República del Congo, República Democrática del Congo, Sierra Leona, Sudáfrica, Tanzania, Togo y Zimbawe.

Maternidad y ritos de fecundidad

África es el país de mayor natalidad, pero sin embargo el que tiene mayores problemas infertilidad. La mujer que no puede cumplir con la función reproductiva es repudiada no únicamente socialmente, sino por su propia familia. Esta asignación de roles tan ancestral y de reducción de la sexualidad a la reproducción que en Europa nos resulta absolutamente inaceptable, es la sociedad en la que la mujer africana vive en la actualidad.

Las figuras relacionadas con esta temática son reperesentaciones de mujeres embarazadas o con hijos en sus brazos, con el vientre y los senos destacados especialmente, algunas amamantando a sus vástagos. Destacan las de la etnia Baulé de Costa de Marfil, como la Abla Pokou, madre de todas las Baule, con cara plana y redondeada, esquematizada, nariz ancha, boca fina y cerrada, largo cuello, pechos firmes y largos, con cara y cuerpo escarificados, peinado de tres lóbulos y trenza central y pedestal cubierto de estrías. De esta misma tribu encontramos otra maternidad múltiple, amamantando a dos bebés y rodeada de otros niños a los que protege. Hay decenas de estatuas de diversos estilos y lugares relacionadas con esta temática.

Fig. 3. Abla Pokou, madre de todas las Baule. Costa de Marfil.
Fig. 4. Máscaras ventrales de madera de diversa procedencia.

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Fig. 5. Figura de mujer embarazada.

Son de especial interés las máscaras ventrales, que celebran y parodian las distintas fases del embarazo y en las que se muestran el vientre hinchado y los senos (en algunos casos también los genitales femeninos), y son portadas exclusivamente por hombres en algunas festividades que celebran la fertilidad y la procreación, así como en ritos de paso de la adolescencia a la edad adulta. En estas fiestas, los hombres portan las máscaras ventrales y representan partos y los dolores asociados a estos.

Enfermedades y sanadores

Otra de las temáticas principales de la colección son las enfermedades. En el África subsahariana la enfermedad es considerada únicamente cuando se muestra externamente, a través de pústulas en la piel o deformaciones físicas, sin atender a ninguna enfermedad interna. El nombre de sanador es el escogido por Carlos Abad para nombrar a curanderos, chamanes, hechiceros, y cualquier persona responsable de reponer la salud en las sociedades africanas. 

Las enfermedades eran consideradas como problemas de espíritu, actos de brujería, etc., por lo que la sanación se realizaba mediante celebraciones rituales, sacrificios animales, portando fetiches y amuletos, permaneciendo de pie sobre el enfermo tumbado o utilizando hierbas curativas. Hay diversas figuras de madera tallada que muestran tanto a los sanadores cargando con sus hierbas y talismanes, como de enfermos con bultos en el cuerpo y situaciones de sanación antes descritas.

Fig. 6. Máscaras de enfermedad de la República Democrática del Congo.

Llaman especialmente la atención las llamadas “máscaras de enfermedad”, que representan rostros deformados por ictus o isquemias cerebrales, en las que la mitad de la cara queda paralizada, realizados en la República Democrática del Congo. A veces no sólo se contraponen la forma de la boca y los ojos, sino que la mitad de la máscara es de color blanco y la otra mitad negro, entendiendo este accidente cerebral como una lucha del bien contra el mal en la persona afectada por algún espíritu maligno.

Ritos de iniciación

Los ritos de iniciación están ligados también a la sexualidad y la procreación. El paso a la madurez desde la adolescencia se materializa en dos prácticas genitales, la circuncisión en los varones y la ablación en la mujer. En esta sala se muestran pequeños pedestales o apoyos tallados en los que se sitúa el pene para facilitar la circuncisión, además de las dagas y cuchillos con los que se realiza. Este cambio de etapa, como ocurre en nuestra sociedad occidental con otras tradiciones relacionadas, están especialmente marcados por un carácter simbólico puesto que es algo que marca la vida, un antes y un después sin retorno.

En esta sala también encontramos pequeñas faldas y atuendos para cubrir los genitales femeninos y máscaras utilizadas por mujeres, excepcional porque ellas nunca las lucen. Se utilizan únicamente en los ritos de iniciación femenina de la sociedad Sande, en Liberia, Costa de Marfil y Sierra Leona. Estas máscaras las esculpen hombres y las entregan a las mujeres Sande, son máscaras que representan el ideal de belleza femenina, con peinados que tienen que ver con la salud, la riqueza, la fecundidad y que incluyen voluminosos anillos. La entrada en esta sociedad femenina Sande se produce a la edad de los 10 y los 15 años. A esta edad las mujeres son separadas de las familias y conviven únicamente ellas (del mismo modo que los hombres, sociedad Poro) para formarse como mujeres adultas. Esto que puede parecer en parte idílico, es donde se produce el cruel acto de la ablación, culturalmente tan arraigado en la cultura africana, contra el que luchan mujeres de todo el mundo, especialmente las africanas.

Hay que mencionar especialmente en este apartado de la exposición una figura hermafrodita, que aparece con frecuencia en la estatuaria y las máscaras africanas. Está considerado en muchas sociedades, no únicamente las africanas, como el ancestro origen del ser humano. De hecho, en algunas culturas africanas se considera a los niños hermafroditas que pueden cambiar su género, únicamente se establece plenamente el sexo tras los ritos de iniciación a la edad adulta.

Fig. 7. Figura de hermafrodita. Etnia Baoulé (Costa de Mafil). Esta figura se utilizó con fines adivinatorios.

Otras obras

Toda un ala del pasillo de la reseña comentada hasta el momento está ocupada por grandes estatuas a partir de mediados del siglo XX, en su mayoría de Camerún, con ídolos de gran tamaño (más de dos metros y medio). Colosales tallas de madera que impresionan al visitante y hacen plantearse la complejidad del transporte. 

Fig. 8. Carlos Abad, comisario de la colección y artista, en un momento de la explicación en el pasillo de las colosales figuras de Camerún.
Fig. 9. Dibujo de Picasso en la exposición.
Fig. 10. Escultura de Leandro.

En la sala de piezas de arte actual, además de dibujos de Picasso, considerado uno de los artistas más influenciados por el arte africano, hay obra fotográfica del propio Carlos Abad, de Malick Sidibé, una composición escultórica del tanzano George Lilanga y el escultor venezolano Pedro Sandoval, que asistió al evento en su calidad de presidente de Pro Arte y Cultura junto a la también artista y fundadora del grupo, Mayte Spínola. Cabe destacar especialmente la escultura de Leandro Mbomio que se levanta como una majestuosa columna en el exterior, frente a la puerta de entrada al Museo, que puede resumir esa unión de culturas africana y occidental, de arte primitivo y vanguardia, puesto que recoge toda la tradición de máscaras subsaharianas dándole un aspecto cubofuturista y de escultura vanguardista que nos acerca a los grandes maestros del arte abstracto occidental y a la idea de humanidad sobre cualquier otra cuestión que tiene el Dr. Ignacio Palomo y que comparto con rotundidad.

Fig 11. Conjunto de figuras talladas y policromadas de George Lilanga.
Fig. 12. Escultura de Pedro Sandoval presentada al concurso de land art de 2021. 110 x 110 x 30 cm. Plexiglás.