Renovación y modernidad: nuevas figuraciones en los años previos a la guerra civil

JOSÉ ANTONIO VAL LISA – AICA Spain / AECA

La irrupción del realismo como estilo preponderante en el arte de nuestro país, durante el periodo de entreguerras, constituye uno de los episodios menos valorados por la historiografía y escasamente conocido por el gran público. El Museo Carmen Thyssen propone una ambiciosa exposición: Realismos. Nuevas figuraciones en el arte español entre 1918 y 1936. El extenso friso que muestra la exposición, con más de ochenta obras y cincuenta artistas, entre los que se encuentran los aragoneses Pablo Gargallo, Luis Bermejo y Santiago Pelegrín, dan testimonio de los deseos de novedad, de búsqueda de un lenguaje actual, de características compartidas y, al tiempo, marcadas personalidades individuales, y de cómo, en un país donde el realismo contaba con hitos universales como Velázquez, era posible inventar una forma diferente de pintar lo real.

Los primeros protagonistas del cambio en las artes plásticas hay que buscarlos en Italia, Francia y Alemania. Las circunstancias histórico artísticas en España fueron particulares. Aquí se dio una mayor pervivencia estilística de las corrientes figurativas heredadas del siglo XIX de los modelos de difusión pretéritos, como las exposiciones nacionales, los salones de otoño o la tradicional formación académica tutelada por los maestros en sus propios talleres. Es evidente que existió en este periodo una voluntad de describir la vida en toda su extensión y profundidad, una suerte de glorificación nacional y pragmática del presente que se manifestó en distintas disciplinas artísticas en la preocupación por la precisión, así por la necesidad imperiosa de idear nuevas fórmulas de representación capaces de transmitir de un modo veraz, o al menos verosímil, la realidad.

Entre 1915 y en la década de 1920, algunos episodios aislados confirmaron que España no era exactamente un páramo cultural y que estaba a punto de dar el salto a la verdadera modernidad. Madrid, sirvió como punto de encuentro para los artistas y como amplificador de las distintas corrientes. El panorama artístico de la ciudad estaba al comienzo de la década del año 1900 todavía marcado por el academicismo oficial y por la pervivencia del arte simbolista y, salvo la actividad aislada y extravagante de personajes como Gutiérrez Solana o Ramón Gómez de la Serna, nada hacía presagiar el protagonismo que asumió la ciudad en la renovación de las artes plásticas pocos años después. El espaldarazo definitivo para que una propuesta figurativa internacional dejase huella en las artes plásticas españolas fue, sin duda alguna, la publicación en español del libro de Franz Roh Realismo Mágico. Post Expresionismo, en 1927. A este fenómeno fueron muy permeables los jóvenes artistas en los últimos años de la década de los veinte y los primeros de la siguiente, desde Timoteo Pérez Rubio, Salvador Dalí, Francisco Bores y Benjamín Palencia, hasta Maruja Mallo, Rosario de Velasco, Alfonso Ponce de León, Francesc Domingo, José María Ucelay, Oramas, Pérez Mateo, entre otros muchos otros.

La Segunda República (1931-1936) significó un breve periodo de optimismo y pensamiento progresista en el que las tendencias plásticas modernas enraizaron; además se producen intervenciones directas de partidos políticos de izquierdas; se crean organizaciones de intelectuales, que van a agudizar el desarrollo de los acontecimientos europeos. A través de intercambios personales entre artistas, críticos y teóricos en tertulias y exposiciones, los jóvenes creadores españoles tuvieron los medios para comenzar a configurar la primera generación vanguardista en los años veinte, en un periodo de agitación cultural, artística y literaria que alcanzaría su cumbre en los treinta, en el clima de libertad amparado por este periodo. El nuevo realismo contenía pues las posibilidades de un arte con mensaje, capaz de apoyar el cambio y la revolución social. 

El universo que se despliega en las obras expuestas se ha agrupado en tres géneros tradicionales: Espacios, sujetos y objetos; destacan los entornos urbanos, rurales o idílicos, ya sean realizados al óleo o a través de otras técnicas como la fotografía o el cartelismo. En cuanto al concepto de la representación figurativa (retratos y desnudos), la exposición propone una mirada nueva de muchos jóvenes artistas, qué en esa época, comenzaban sus trayectorias que luego tomarían otros rumbos, y a ello, se suma la visión de creadores de una generación anterior. En su conjunto, la exposición no es sino una excusa, para mostrar al espectador un recorrido inédito en el que seremos testigos de las promesas y los sueños de un grupo de artista que se vieron abruptamente interrumpidos por la incursión de la guerra civil.

Realismos. Nuevas figuraciones en el arte español entre 1918 y 1936. Museo Carmen Thyssen Málaga. Hasta el 4/09/2022.