
La crítica de arte del siglo XX en España
Zaragoza, 21 – 24 septiembre de 2000.
María Dolores Arroyo Fernández – Miembro de AICA SPAIN / AECA
Inaugurado por Ángel Azpeitia, presidente de la AECA, entre el 21 al 24 de septiembre se celebró en Zaragoza, Sala Jerónimo Zurita del edificio Pignatelli, el IX Congreso de la Asociación Española de Críticos de Arte, organizado por la Asociación Aragonesa (AACA) al frente de su presidente Fernando Alvira. El tema del congreso “La crítica de arte del siglo XX en España” se distribuyó en tres secciones con ponentes y comunicantes de las asociaciones de Zaragoza, Madrid y Valencia.
La primera ponencia, a cargo de Pedro Pablo Azpeitia, de la AACA, versó sobre las Últimas tendencias. Comenzó su disertación con una distinción entre Arte e Historia del Arte, lo inconcluso y lo concluso. En relación con las últimas tendencias artísticas, afirmó que todo arte es tecnología y ante el temor de algunos de que las nuevas tecnologías influyen demasiado en el arte, señaló que todo influye en todo, y al mismo tiempo, es decir, cualquier tecnología influye en la creación de la obra artística. Pero, ¿cuándo la obra alcanza el rango de obra de arte?; respuesta, cuando se llega a un lenguaje propio, cuando se especifica. En varios momentos dejó claro el ponente que él hacía preguntas más que daba respuestas, con lo cual abrió posibles temas para debate. Con respecto al arte y las nuevas tecnologías, ya desde mediados de los años cincuenta existe esa fusión, pero es en el año 1995 cuando se plantean los problemas entre dos tipos de autómatas, los mecánicos y orgánicos; es decir, si se trabaja en bytes o en átomos. Con respecto a la interactividad del ordenador y los programas multimedia, consideró que no es ninguna panacea y que todo puede ser interactivo. Por último, comentó el problema actual del cyborg, la simbiosis del hombre con su entorno tecnológico. A continuación Pedro Pablo Azpeitia resumió el “Arte aragonés de los 90” a través de sus exposiciones colectivas, para afirmar que las muestras de arte tecnológico en Aragón no han tenido eco, y de ello son culpables en gran parte los críticos. A través de distintas proyecciones destacó la evolución en la Comunidad de Aragón hacia una pérdida de interés sobre las últimas tendencias. Desde las prolíficas colectivas del 92 hasta la escasez de manifestaciones en este sentido al final de la década.
Sobre “Crítica y Mercadotecnia” habló Mario Antolín, presidente de la AMCA, el cual planteó que los problemas de la crítica en cuanto a su contacto con el mercado nos obliga a revisar nuestros propios conceptos, es decir retroceder para buscar los orígenes y luego andar hacia delante. El verdadero crítico es aquel que tiene un conocimiento del pasado y se apasiona por el presente. En el crítico se conjugan, por tanto, una amplia cultura y sensibilidad. Gaya Nuño, al que Antolín cita en varias ocasiones, en El Sentimiento de la pintura reitera la capacidad de emoción del crítico, y si no la siente debe abandonar la profesión. Ahora bien, el crítico no goza de total independencia, y el ejercicio constante de la profesión incide en la pérdida de la capacidad de diálogo con la obra. Nunca se ha escrito y publicado tanto y, sin embargo, no es fácil leer una crítica seria en la prensa. Hay que distinguir la crítica en periódicos, para un público en general, que debe ser clara, accesible, y la publicada en revistas especializadas. En cuanto a las connotaciones con el mercado, en la actualidad, frente al pasado, ha cedido la influencia del crítico sobre el público o las ventas. Y, ante el problema de recepción, Antolín lamentó la falda de audiencia. Con la famosa exposición de Velázquez en el Museo del Prado, fueron los medios de comunicación los que produjeron la avalancha de colas. Realmente, el crítico está desacreditado, ¿es que no nos entienden?, ¿están en desacuerdo con nosotros? Es necesario, por tanto, buscar una nueva escala de valores. Ante los miles de millones que se mueven en el mundo del arte, el artista es el peor parado, sólo el 3% vive de su profesión. Y lo más duro es reconocer que en la valoración de los galeristas la capacidad de transmitir emoción de la obra está por debajo de la simpatía de la obra de arte y de la personalidad del artista. Y en cuanto a la valoración del público, la máxima puntuación se halla en la cotización del artista. Evidentemente, el artista busca el apoyo del medio, del crítico, y el crítico ha pasado a depender también del mercado. La dictadura política se ha sustituido por la dictadura del mercado. La escasa afluencia de público a las galerías, la escueta información sobre arte y artistas en la televisión; es decir, los medios no mantienen un público necesario para que se soporte el mercado español. Las grandes masas de la sociedad son conservadoras, y se hace cada vez más patente la distancia público-crítico.
La Comunicación “La Crítica de Arte en la Era Digital”, de María Dolores Arroyo Fernández, de la AMCA, hizo hincapié en algunos planteamientos de Mario Antolín al apuntar las alternativas que ofrecen las revistas de arte, o secciones de crítica, que hoy día circulan en los portales de arte en la Red. Citó ejemplos que actualmente se ofrecen en internet: Ubicarte.com, Belio.com, oya-es.net, artque, ciudadanoarte.com de hispanart.com, A Revist@. connect-arte.com, el-punto.com. antiqvaria.com. Internet se está convirtiendo en una plataforma de divulgación, formación y de conocimiento del arte y base para la formación de un público receptor potencial. Todo esto sería, junto a la educación y el estímulo de la sensibilidad desde la escuela hasta la universidad, la manera de crear un público más numeroso para el arte, aunque sea impensable llegar a la cotas de audiencia de la televisión o del futbool.
Teresa Beguiristain, de la AVCA, trató en su ponencia el tema “Arte y política” una relación sobre la que opinó antipática y desafortunada. El artista no busca la política sino que se le viene encima. Aunque difícil, al arte hay que tratarlo como un mundo autosuficiente, independiente. Después del dictador, en los años ochenta hubo una euforia política, de promoción de artistas como forma más que nada de autoprestigio, algo que, por otra parte, siempre se ha dado. El mayor pecado de las comunidades, en este caso cita a Aragón, es el escaso impulso que reciben los artistas fuera de la comunidad. Se promociona lo propio porque da votos. Es un arte de funcionario. Después del dictador, sobre todo en los ochenta, se ha removido la charca, pero no se ha limpiado y huele a podrido. Todo sigue igual. En esa década se ha cambiado la ideología, y si la presión y falta de apoyos crean obras rompedoras, las subvenciones apaga la creación. El arte que se produce es subvencionado, también la arquitectura, es promoción política, que sirve para el halago personal, “esto lo he hecho yo”, es decir, bajo mi legislatura. “Subvenciona y vencerás”. Y por último, sobre los pretendidos particularismos se puede hablar de un Kcho, ¿sensibilidad cubana?, puede ser una obra inglesa o marroquí. Señalar la idea de la diferencia no tiene sentido, todo el mundo está en lo mismo, pero se quiere ser diferente, y cuando es radicalismo se convierte en los nacionalismos. Y concluye Beguiristain que las autonomías están bien en lo político, económico, pero no en lo artístico. Entre otras comunicaciones en esta sección, la de Héctor Fdez. Carrión trató el tema “Política en el arte” señalando las distintas posturas de los críticos, de derechas o izquierdas, incidiendo entre todos los aspectos negativos un punto positivo: la política está en todos los lados.
Inaugurado por Ángel Azpeitia, presidente de la AECA, entre el 21 al 24 de septiembre se celebró en Zaragoza, Sala Jerónimo Zurita del edificio Pignatelli, el IX Congreso de la Asociación Española de Críticos de Arte, organizado por la Asociación Aragonesa (AACA) al frente de su presidente Fernando Alvira. El tema del congreso “La crítica de arte del siglo XX en España” se distribuyó en tres secciones con ponentes y comunicantes de las asociaciones de Zaragoza, Madrid y Valencia.
La primera ponencia, a cargo de Pedro Pablo Azpeitia, de la AACA, versó sobre las Últimas tendencias. Comenzó su disertación con una distinción entre Arte e Historia del Arte, lo inconcluso y lo concluso. En relación con las últimas tendencias artísticas, afirmó que todo arte es tecnología y ante el temor de algunos de que las nuevas tecnologías influyen demasiado en el arte, señaló que todo influye en todo, y al mismo tiempo, es decir, cualquier tecnología influye en la creación de la obra artística. Pero, ¿cuándo la obra alcanza el rango de obra de arte?; respuesta, cuando se llega a un lenguaje propio, cuando se especifica. En varios momentos dejó claro el ponente que él hacía preguntas más que daba respuestas, con lo cual abrió posibles temas para debate. Con respecto al arte y las nuevas tecnologías, ya desde mediados de los años cincuenta existe esa fusión, pero es en el año 1995 cuando se plantean los problemas entre dos tipos de autómatas, los mecánicos y orgánicos; es decir, si se trabaja en bytes o en átomos. Con respecto a la interactividad del ordenador y los programas multimedia, consideró que no es ninguna panacea y que todo puede ser interactivo. Por último, comentó el problema actual del cyborg, la simbiosis del hombre con su entorno tecnológico. A continuación Pedro Pablo Azpeitia resumió el “Arte aragonés de los 90” a través de sus exposiciones colectivas, para afirmar que las muestras de arte tecnológico en Aragón no han tenido eco, y de ello son culpables en gran parte los críticos. A través de distintas proyecciones destacó la evolución en la Comunidad de Aragón hacia una pérdida de interés sobre las últimas tendencias. Desde las prolíficas colectivas del 92 hasta la escasez de manifestaciones en este sentido al final de la década.
Sobre “Crítica y Mercadotecnia” habló Mario Antolín, presidente de la AMCA, el cual planteó que los problemas de la crítica en cuanto a su contacto con el mercado nos obliga a revisar nuestros propios conceptos, es decir retroceder para buscar los orígenes y luego andar hacia delante. El verdadero crítico es aquel que tiene un conocimiento del pasado y se apasiona por el presente. En el crítico se conjugan, por tanto, una amplia cultura y sensibilidad. Gaya Nuño, al que Antolín cita en varias ocasiones, en El Sentimiento de la pintura reitera la capacidad de emoción del crítico, y si no la siente debe abandonar la profesión. Ahora bien, el crítico no goza de total independencia, y el ejercicio constante de la profesión incide en la pérdida de la capacidad de diálogo con la obra. Nunca se ha escrito y publicado tanto y, sin embargo, no es fácil leer una crítica seria en la prensa. Hay que distinguir la crítica en periódicos, para un público en general, que debe ser clara, accesible, y la publicada en revistas especializadas. En cuanto a las connotaciones con el mercado, en la actualidad, frente al pasado, ha cedido la influencia del crítico sobre el público o las ventas. Y, ante el problema de recepción, Antolín lamentó la falda de audiencia. Con la famosa exposición de Velázquez en el Museo del Prado, fueron los medios de comunicación los que produjeron la avalancha de colas. Realmente, el crítico está desacreditado, ¿es que no nos entienden?, ¿están en desacuerdo con nosotros? Es necesario, por tanto, buscar una nueva escala de valores. Ante los miles de millones que se mueven en el mundo del arte, el artista es el peor parado, sólo el 3% vive de su profesión. Y lo más duro es reconocer que en la valoración de los galeristas la capacidad de transmitir emoción de la obra está por debajo de la simpatía de la obra de arte y de la personalidad del artista. Y en cuanto a la valoración del público, la máxima puntuación se halla en la cotización del artista. Evidentemente, el artista busca el apoyo del medio, del crítico, y el crítico ha pasado a depender también del mercado. La dictadura política se ha sustituido por la dictadura del mercado. La escasa afluencia de público a las galerías, la escueta información sobre arte y artistas en la televisión; es decir, los medios no mantienen un público necesario para que se soporte el mercado español. Las grandes masas de la sociedad son conservadoras, y se hace cada vez más patente la distancia público-crítico.
La Comunicación “La Crítica de Arte en la Era Digital”, de María Dolores Arroyo Fernández, de la AMCA, hizo hincapié en algunos planteamientos de Mario Antolín al apuntar las alternativas que ofrecen las revistas de arte, o secciones de crítica, que hoy día circulan en los portales de arte en la Red. Citó ejemplos que actualmente se ofrecen en internet: Ubicarte.com, Belio.com, oya-es.net, artque, ciudadanoarte.com de hispanart.com, A Revist@. connect-arte.com, el-punto.com. antiqvaria.com. Internet se está convirtiendo en una plataforma de divulgación, formación y de conocimiento del arte y base para la formación de un público receptor potencial. Todo esto sería, junto a la educación y el estímulo de la sensibilidad desde la escuela hasta la universidad, la manera de crear un público más numeroso para el arte, aunque sea impensable llegar a la cotas de audiencia de la televisión o del futbool.
Teresa Beguiristain, de la AVCA, trató en su ponencia el tema “Arte y política” una relación sobre la que opinó antipática y desafortunada. El artista no busca la política sino que se le viene encima. Aunque difícil, al arte hay que tratarlo como un mundo autosuficiente, independiente. Después del dictador, en los años ochenta hubo una euforia política, de promoción de artistas como forma más que nada de autoprestigio, algo que, por otra parte, siempre se ha dado. El mayor pecado de las comunidades, en este caso cita a Aragón, es el escaso impulso que reciben los artistas fuera de la comunidad. Se promociona lo propio porque da votos. Es un arte de funcionario. Después del dictador, sobre todo en los ochenta, se ha removido la charca, pero no se ha limpiado y huele a podrido. Todo sigue igual. En esa década se ha cambiado la ideología, y si la presión y falta de apoyos crean obras rompedoras, las subvenciones apaga la creación. El arte que se produce es subvencionado, también la arquitectura, es promoción política, que sirve para el halago personal, “esto lo he hecho yo”, es decir, bajo mi legislatura. “Subvenciona y vencerás”. Y por último, sobre los pretendidos particularismos se puede hablar de un Kcho, ¿sensibilidad cubana?, puede ser una obra inglesa o marroquí. Señalar la idea de la diferencia no tiene sentido, todo el mundo está en lo mismo, pero se quiere ser diferente, y cuando es radicalismo se convierte en los nacionalismos. Y concluye Beguiristain que las autonomías están bien en lo político, económico, pero no en lo artístico. Entre otras comunicaciones en esta sección, la de Héctor Fdez. Carrión trató el tema “Política en el arte” señalando las distintas posturas de los críticos, de derechas o izquierdas, incidiendo entre todos los aspectos negativos un punto positivo: la política está en todos los lados.