Margarita Azurdia. Primera exposición monográfica en Europa (hasta el 17 de abril de 2023)

Carlos Treviño Avellaneda – AICA Spain / AECA

El Museo Reina Sofía ha sido el primer museo europeo en dedicar una exposición monográfica retrospectiva de la artista Margarita Azurdia, también conocida por uno de sus sobrenombres más famosos, Margarita Rita Rica Dinamita, uno de los tres que fue adoptando a medida que evolucionaba en las diversas etapas creativas y, por lo tanto, en su forma de entender el arte (también adoptó los de Margot Fanjul y Anastasia Margarita). Una constante y vertiginosa evolución que está en consonancia con la época histórica vivida y sus enriquecedoras estancias en Estados Unidos y Francia, referentes de las movilizaciones en favor derechos humanos e igualdad en las décadas de los 60 y 70 del siglo XX. 

Nació en La Antigua (Guatemala) en 1931 y estudió en colegios internacionales, como el internado Loretto Academy de Canadá. Su formación y carácter no hicieron fácil su vuelta a la sociedad conservadora guatemalteca en 1949, razón por la que se lanzó definitivamente al arte como vía de escape e instrumento transformador de la sociedad. Diez años más tarde, en 1959 viajó a California para continuar formándose y recaló en Palo Alto a principios de 1960, visitando museos, acudiendo a talleres libres y relacionándose con el mundo artístico de San Francisco. Allí experimentó con la abstracción y se empapó de las nuevas tendencias. Realizó una serie con obras basadas en el óvalo como símbolo del origen del universo y la naturaleza, experimentando con nuevos materiales en cuadros y esculturas. 

No olvidó sus orígenes ni renunció al internacionalismo, éste se relacionaba entonces con diseños sintéticos de formas geométricas, y aquél con la simetría y los vivos colores. Estas obras, a las que llamó Geométricas, se movían entre el Op Art y el colorido textil indigenista y se expusieron en la Galería DS en Guatemala, galería fundamental en la renovación del arte centroamericano por sus escenografías, serigrafías, los diseños geométricos y el establecimiento del puente entre los artistas y la sociedad guatemalteca (fundada por Daniel Schafer y Luis Díaz), y en la Galería Cisneros de Nueva York. Son de especial relevancia para su carrera el conjunto Asta 104, con mención honorífica en la X Bienal de Sao Paulo, que se expuso al año siguiente en le III Salón Independiente de México. Su proyección internacional continúa con su participación en la III Bienal de Arte Coltejer (1972) destacando con una serie de escultura en mármol con el óvalo como forma básica ensartados con pivotes que desafían la escultura realizada hasta esas fechas.

Entre 1971 y 1974 realizó la serie Homenaje a Guatemala, una serie de tallas en madera realizadas por artesanos y pintadas por ella que evocaban a los altares de los pueblos indígenas. Figuras zoomorfas, mujeres ataviadas con diversas parafernalias que muestran el sincretismo religioso del país. Quizás estas esculturas sean lo más llamativo y característico de la artista. Se caracterizan por la repetición de los personajes femeninos sobre los que se interviene con elementos ornamentales (plumas, calaveras, máscaras, frutas de barro, etc.), situados sobre pequeñas mesas de madera que evocan los altares religiosos que se decoran con patrones geométricos de llamativos colores. A estos altares se incluyen elementos militares, como fusiles, que hacen alusión a los años de guerra y, especialmente, la banana ligada a la conflictiva relación del país con la United Fruit Company.

Unos días después de terminar esta serie de esculturas talladas, se trasladó a un pequeño apartamento en París, por lo que su obra de grandes dimensiones se tuvo que reducir a pequeños dibujos acompañados de palabras, frases y poemas, en los que mostraba sus reflexiones, como Rencontres. En esta serie de dibujos y textos muestra su ideario más característico, la vinculación espiritual de la tierra generadora y los animales con la mujer, dibujos en los que los que el motivo más repetido son mujeres en un sentido que hoy podríamos incluir en el ecofeminismo. Este contacto en París con los nuevos feminismos unidos al body art, la unión de danza posmoderna y otras disciplinas artísticas.

Además de los contactos con la danza, los primeros dibujos de la serie Recuerdos de la antigua, los llevó a cabo en su visita a Garrucha (Almería) en 1976. Desde 1977 ya estaba consolidado el grupo Omega Institute de Nueva York, como foco contracultural para el estudio de budismo y las nuevas espiritualidades. Con base en este tipo de experiencias, Azurdia realizaba ceremonias de amor y paz para el planeta con grupos de mujeres para la unión con la tierra en lugares arqueológicos de especial relevancia en su país.

En 1993, de vuelta en Guatemala, publica en un libro sus dibujos en crayón y acuarela que había realizado en 1989 en París.

Con el nombre de Margarita Anastasia firmó sus Altares I y II (1998), son dos armarios artesanales de madera intervenidos con pintura para dotarlos de ese especial colorido indigenista en los que inserta imágenes de sus propios catálogos de exposiciones, papeles pintados, fotografías de rituales y ceremonias relacionadas con danza posmoderna que llevaba a cabo con su grupo de actuación y cualquier otro tipo de objetos a modo de ofrenda en los que se rinde homenaje a la Diosa Madre, representada en tallas de madera pintadas.