
Tomás Paredes – Presidente de Honor AICA Spain / AECA
Con este rubro, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, ubicado en Conde Duque 9 y 11, ha abierto una exposición, breve pero preciosa, ubicada en la segunda planta, cabe el despacho del gran RAMÓN Gómez de la Serna. La muestra, largamente esperada, obedece al compromiso de mostrar la donación de obras de Rafel Botí al museo, con un vínculo evidente: Madrid.
La directora del Museo, comisaria de la exposición, a fin de darle más amplitud ha seleccionado los paisajes de Madrid que del autor posee el Mueso, añadiéndole otras obras de la misma temática que proceden de la Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafel Botí de Córdoba, creada en 1998, y que reflejan vistas de Fuenterrabía, Hendaya, la iglesia de Deusto, la fuente Goiri.

Rafael Botí Gaitán, Córdoba 1900-Madrid 1995, músico y pintor, fue alumno de Julio Romero de Torres y amigo y admirador de Daniel Vázquez Díaz. Llegó a Madrid en 1917 a terminar sus estudios musicales, pero dada su pasión por la pintura, compatibilizó ambos aprendizajes, asistiendo al taller de Vázquez Díaz desde 1919.
Ante la escasez de trabajo, volvió a su ciudad natal, pero allí se convence de que su futuro está en Madrid y regresa para radicarse en la capital de por vida. Con el maestro onubense establece una relación, más que de amistad, familiar para siempre. En el taller de Vázquez Díaz comienza a ahormar su estilo y se relaciona con Pablo Celaya, Díaz Caneja, Isaías Díaz, Juan Antonio Morales, Pepe Caballero, Cristino de Vera, Canogar.
En 1924, el viola de la Filarmónica se casa con Isidra Torres Lerma y andando el tiempo tendrán un único hijo, Rafael Botí Torres, coleccionista y donante de las obras que ahora se referencian. Botí padre continuó con su trabajo, viola de la Orquesta Nacional y profesor de ese instrumento y pintando hasta poco antes de su fallecimiento.
El hijo, Rafael Botí Torres creció en ese ambiente artístico de música y de pintura y fue lazarillo de don Daniel Vázquez Díaz, dicho con el sentido más cariñoso de la palabra, porque le requería para casi todo: le llevaba en moto a las exposiciones y lo traía, le hacía de modelo, le resolvía sus problemas diarios, etc.

Rafael Boti Torres trabajó como un león y tuvo pluriempleo y pluriactividad, hasta trabajar en un Banco y tener un excelente ojo para los negocios, lo que le permitió coleccionar, comprando obras de Vázquez Díaz y de algunos de sus alumnos, hasta lograr un conjunto sorprendente, que ha ido diseminado con múltiples donaciones a Córdoba, Huelva, Nerva, Madrid.
Ello le condujo a ser el más fiable especialista en la obra de Vázquez Díaz, sin arrogarse ningún título, ni poder, pero conociendo, protegiendo y difundiendo como nadie la obra de Vázquez Díaz. Ha sido, desde que murió don Daniel, su ángel de la guarda y todos le reprochamos que no deje unos escritos en torno a la vida y obra del maestro. Es miembro de AECA y académico de Honor de la Reala Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.
Al hilo de esta donación, procede un excurso sobre esta figura sociocultural. El coleccionista fue un amante de la cultura que, con sus adquisiciones, al tiempo que enriquecía su vida sentiente, espiritual, ayudaba a que el arte se generara. Los titulares de profesiones liberales se rodeaban de obras de arte que al final, de sólito, acababan siendo donadas a entidades públicas. Es muy elevado el número de colecciones privadas que terminan en un Museo. Por ello, la fiscalidad del Estado debería ser más indulgente y cariñosa con el coleccionismo, porque nuestro Patrimonio nacional ganará. Se consigue más con donaciones que con impuestos a los donantes.
Dicho lo cual, les invito a ver esta serie de paisajes que atraviesan la amplia creatividad del pintor. Si en una primera época evoca un gustoso impresionismo, con Vázquez Díaz inicia su propia singladura y poco a poco va ahormando su idiolecto. Para Jean Cocteau: “El estilo no puede ser un punto de partida. Es un resultado. ¿Qué es el estilo? Para mucha gente es un modo complicado de decir las cosas más sencillas. A mi entender: un modo muy simple de decir cosas complicadas”.

El estilo de Rafael Botí es “un modo muy simple de decir cosas complicadas”. Lo vemos en su vista de la estación de Atocha, 1925, con mágica notas de color; en el paisaje de Vallecas, en su solitario tiovivo cromático y silencioso; en los verdes infinitos del Jardín Botánico, 1970. Muchos son retratos del silencio, de la humildad. Rincones de Madrid con alma, evocados por el alma de un pincel, que hace nuestras delicias.
Estamos saliendo ya de la pandemia, hay que retomar las visitas a los museos, a las exposiciones de las galerías, al teatro y al cine, los recorridos por las librerías, oír música y flamenco. Precaución toda, pero movimiento y voluntad de que algo cambie. Hay que romper este parón y yo les recomiendo esta coqueta y atractiva exposición del Museo de Are Contemporáneo de Madrid.