
Tomás Paredes – Miembro de AICA Spain / AECA

Con fecha de publicación de 2012, Editorial Biblioteca Nueva, colección Ensayo, llega ahora a mis manos este volumen de la autoría de Carmen Pena, catedrática de Historia del Arte de la Universidad Complutense y miembro de AECA/AICA.
Desde mi óptica, se trata del texto de un espíritu liberal, con una mirada antropológica, que sin batahola, desmonta las rancias ínfulas de un arte nacional y todas sus colgaduras, como la veta brava, la raza, “el carácter español del arte español” y esa parafernalia iberocasticista que ha festoneado el arte español en los dos últimos siglos, incluido los años anteriores a la segunda República española, durante ésta y el franquismo.
El hilo conductor de la investigación ha sido su imperturbable idea de deshacer tópicos, cuestionando las ideas recibidas y proponiendo una lectura, sosegada y límpida, poniendo el foco y la claridad sobre nacionalismo e identidad, pintura de paisaje e ideología, centro y periferia, incidiendo en Benjamin Palencia y la Escuela de Vallecas, así como en la invención del arte español. Y todo ello realizado desde el análisis concreto, apoyándose en fuentes fidedignas, en imágenes y obras que refuerzan sus conclusiones.
Estudia las tensiones que generan el enfrentamiento entre renovadores y tradicionalistas y expone, con solvencia, como algunos estereotipos y tópicos se han ido transmitiendo bajo el manto de la progresía, como sucede con esa visión de un Greco españolizado, sublime, que ya defendieron los institucionistas o el costumbrismo de Casas.
Se agradece, sobre manera, que no se trate de un refrito de intervenciones heterogéneas, sino de un libro con unidad, con una estructura equilibrada desde la introducción al epílogo. Y escrito con una fluidez, que exalta su amenidad. Y esa aparente facilidad esconde pensamientos complejos y bien armados, que, en alguna ocasión, te hacen retroceder a lo que acabas de leer, para no tergiversar el sentido.
Un texto, no sólo para especialistas, que limpia, fija y da esplendor a la presencia en el arte y los pastiches y falsarios de la originalidad. Sus análisis de la Dama de Elche, icono de españolismo; su defensa de la modernidad de Goya, su crítica al regionalismo y sus disparates, a Sorolla y Zuloaga, Gustavo de Maeztu; las visiones republicana y católica del Cerro de los Ángeles; su debate sobre la España negra y la España en negro, su conocimiento del noventayocho y el veintisiete, hacen de este volumen, de 223 páginas, un caudal de oro, que infunde convicciones al lector.
El nacionalismo se cura siempre con formación e información, como la estulticia y la ignorancia. Este es un libro con tesis meridianas que ayudan a la orientación, una reflexión desde la razón y el pensamiento. No es un libro de entretenimiento, sino que fustiga y despierta; pregunta, contesta y orienta. Arriesgado y duro, con los que se aferran al inmovilismo; hermoso para los que se aventuran a vivir el arte sin requilorios.
A Marañón le gustaba que los libros exhibieran una imagen del autor con una síntesis de su trabajo, a mí también. A pesar de la magnífica contra del maestro Antonio Bonet, falta una pincelada existencial y bibliográfica de la autora, experta en este espinoso ámbito en el que se mezclan sentimiento e identidad con un territorio, simbolismos atrofiados y la ambigüedad. ¡Magnífico ensayo de una mente ordenada y decidida!