Carlos Saura pasa a la posteridad del arte español

Carlos Treviño Avellaneda – AICA Spain / AECA

“Cuando empecé a hacer cine estaba convencido de que mi primera película, Los golfos, sería la última. ¡Me equivoqué por suerte!”

(Carlos Saura, 1988).

Carlos Saura ha pasado ya a ser historia de nuestra cultura audiovisual tras una trayectoria creativa de casi 7 décadas, desde su primer cortometraje en 1955, Flamenco, a su último documental estrenado en las salas comerciales una semana antes de fallecer, Las paredes hablan (3 de febrero de 2023). Fue en el prestreno al público de este documental en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense donde tuve noticia del delicadísimo estado de salud del genial director. En el salón de actos se reunió parte del equipo que lo acompañó en este último proyecto que se alargó imprevisiblemente con la pandemia de COVID19 y que comentó algunos aspectos de su personalidad, su amor por arte y su carácter generoso, cercano e infatigable.

Carlos Saura siempre iba con su cámara colgada del cuello y, aunque estaba al día en las últimas tecnologías digitales tanto en la captación de la imagen como en el retoque fotográfico, “disparaba” muy pocas veces, únicamente cuando veía algo digno de ser plasmado, manteniendo la meditación que la fotografía analógica proporcionaba antes de la entrada en el siglo XX. Su inagotable curiosidad, la predisposición a aprender y su gran humildad eran señas de su personalidad, como comentó María Puy, directora de producción de Las paredes hablan

Cartel de su último documental, Las paredes hablan, con las salas en las que se exhibe.

Las paredes hablan, su última creación

El documental, con guion de José Morillas, se adentra la pintura mural, poniendo en relación el arte rupestre con el grafiti y el street art, para mostrar la esencia humana de la creación artística. El documental ha tenido una ímproba labor de producción que ha conseguido entrar a grabar en cuevas de la Cordillera Cantábrica y Francia, además de en los talleres de Miquel Barceló y Suso33 para entrevistarles sobre su punto de vista a este respecto, y asistir a la elaboración de grafitis y murales exclusivos para el documental. Además de los artistas, también se ha mantenido diálogo con personalidades de la ciencia especializados en prehistoria, arte y gestión cultural. La proyección de ha completado, en algunas sesiones, con rutas guiadas de street art por la ciudad de Madrid, ciclos especiales de arte y reuniones participativas entre el público, artistas y equipo del documental.

Este último prestreno no es más que el cierre de toda una vida dedicada al cine. La dirección de 51 obras audiovisuales ha influido en varias generaciones de espectadores y de profesionales. Toda esta trayectoria creativa y vital transcurre desde mediados del siglo XX, en plena dictadura franquista, con una decidida actitud crítica y búsqueda de cambio desde el séptimo arte que se estaba dando en la literatura y en la renovación plástica, de la que su hermano, Antonio, también formó parte. Si la pintura del grupo El Paso supuso la configuración renovación de la vanguardia de posguerra, Carlos Saura lo fue para el cine, cogiendo el testigo de la genialidad surrealista de Luis Buñuel para transmitirlo a las nuevas generaciones, consiguiendo escalar a nuevas y más altas cimas en este lenguaje audiovisual, cuya obra exige ser analizada desde diversos puntos de vista: literario, ideológico, político, cultural, psicoanalítico, etc. 

Perfiles de Carlos Saura obra del artista Suso33.

Una forma de entender el cine

Saura no fue únicamente innovador en el lenguaje visual, además, centró con cariño su mirada en la historia y tradición populares de nuestro país, convirtiéndose en visionario y, en gran medida, causante de la exportación del flamenco al resto del mundo. Se adentró en personajes históricos, como Lope de Aguirre o San Juan de la Cruz e inventó otros, el director decía aprender de todos ellos acompañándolos en sus aventuras y dejándose llevar por sus personalidades. 

Arremetió especialmente contra los críticos por nuestro “tono profesoral, arrogancia y suficiencia que confiere una profesión que parece indicada para fracasados y advenedizos que adquieren brillo y repentino poder por el hecho de enjuiciar lo que hacen los demás” y contra los psiquiatras por el mal uso que hacían del psicoanálisis. (…) deambular por los lugares y espacios archivados que hay que desempolvar, entresacando lo más sucio para tratar de explicar el actual comportamiento de una persona”, estas declaraciones de 1988 sitúan al artista del lado de las personas alejadas de una normatividad preestablecida, de los estereotipos, pero cercanas a la sencillez popular, a su vez que a la libertad y modernidad. Próximo a los principios noventayochistas en lo social y de la Generación del 27 en los recursos retóricos.

Reconoció en numerosas ocasiones cómo le marcó la Guerra Civil en su infancia, entre los 4 y los 7 años, con recuerdos de bombardeos, las canciones, el hambre, las luces apagadas, los muertos, etc. Violencia y recuerdos que se manifiestan en muchas de sus películas. Comenzó realizando exposiciones fotográficas en Madrid y Cuenca desde 1951 y se unió al grupo Tendencias, entre los que estaban su hermano, Antonio, y Santiago Lagunas con los que hizo colectivas en esos primeros años. Abandonó sus estudios de Ingeniería Industrial y se matriculó en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, donde tuvo como compañeros a Mario Camus, Manuel Summers, José Luis Borau, etc., les permitió acceder a las películas del neorrealismo italiano (Rossellini y Fellini), que marcaron el comienzo de sus carreras cinematográficas. 

La ruptura, no solo con el régimen, sino también con la generación protagonizada por Bardem y Berlanga, favoreció su despegue e inicio de una andadura personalísima acorde a su defensa de la libertad y huida de los cánones establecidos. El único referente por el que sentía profunda admiración era la de otro aragonés, Luis Buñuel, del que reconoce haberse sentido impresionado por el documental Tierra sin pan (1932), que fue el punto de partida de sus primeras películas que conectaban con la narrativa neorrealista italiana con el realismo español, como Los golfos (1960), Llanto por un bandido (1963), en la que Buñuel tuvo un pequeño papel como actor, y La caza (1965), que lo catapultó internacionalmente al conseguir el Oso de Plata en el Festival de Berlín y fue el inicio de la colaboración profesional con el productor Elías Querejeta.

La caza fue la primera película que tuvo que enfrentarse a la censura y cambiar su título original, cuestión que provocó el planteamiento a futuro de la utilización de símbolos muy unidos al surrealismo para poder sortearla, así como la utilización de otros recursos que pasan a convertirse en fundamentales, como la música que, además de utilizarla simbólicamente, llevó fama mundial gracias a sus películas a éxitos como: Porque te vas, interpretada por Jeanette, en una de sus películas más conocidas por el gran público, Cría cuervos (1975); Si me das a elegir, de los Chunguitos, los más grandes artistas en Flamenco (1995), desde Paco de Lucía a Rocío Jurado, pasando por Miguel Poveda;; El amor brujo, de Manuel de Falla; y otros compositores clásicos como Mozart o Satie; entre otros.

Etapas de su obra 

Afrontar una crítica de toda la obra de Saura sería una labor titánica que su hijo Antonio resolvió y sintetizó en pocas frases, muy acertadamente, durante la entrega del Goya honorífico a toda su carrera que tuvo lugar al día siguiente de su fallecimiento, relacionando las etapas de su obra con las 4 relaciones sentimentales de su padre:

  • Adela Medrano, hasta 1967, relacionada con los inicios de la anteriormente citada etapa neorrealista y realista.
  • Geraldine Chaplin, a partir de 1967. Adopta simbología surrealista para engañar a los censores y poder realizar una aguda crítica política y social, que supone la etapa más vanguardista del autor y da a conocerlo internacionalmente. En este periodo la influencia de Buñuel se hace especialmente patente y crea ambientes en los que se mezclan la ensoñación y la realidad. Es también una etapa de descubrimientos en cuanto al elenco, con nuevas caras que catapultó a la fama (como la de la niña Ana Torrent), la presentación de personajes en distintos registros de los habituales, como sacar de la comedia a José Luis López Vázquez, y el trabajo con otros actores como Mónica Randal, Florinda Chico, Paco Rabal, Fernando Rey, por supuesto su pareja en ese momento, Geraldine Chaplin, y un largo etcétera que querían trabajar con el ya reconocido director y del que siempre destacaron el cariño y buen trato que les mostró. Las películas de esta etapa son: Peppermint frappé (1967), Stress es tres tres (1968), La madriguera (1969), El jardín de las delicias (1970), Ana y los lobos (1972), La prima Angélica (1973), Cría cuervos (1975), Elisa vida mía (1976), Los ojos vendados (1976) y Mamá cumple 100 años (1979).
  • En la etapa que coincide con su relación con Mercedes Pérez, su esposa entre 1982 y 1993, el flamenco, el cine de temática histórica y algunas películas que pueden incluirse en la Movida madrileña (exaltando las clases marginales y los personajes quinquis), son acogidas con gran éxito con los comienzos de la democracia. Deprisa, deprisa (1980), Bodas de sangre (1981), Dulces horas (1981), Antonieta (1982), Carmen (1983), Los zancos (1984), El amor brujo (1986), El Dorado (1987), La noche oscura (1988), ¡Ay, Carmela! (1990), Sevillanas (1991) y Maratón (1992).
  • Eulalia Ramón, estuvo con Saura en las últimas tres décadas de su vida, y motivó un acercamiento a una mayor teatralidad y, en general, a las artes escénicas (maquillaje, escenario, ópera, etc.), a la dedicación al folclore y a la revisión de las vidas de artistas como Goya, Dalí y Buñuel. Eulalia participó en la película ¡Dispara! (1993) y ya no se separó de Carlos hasta su muerte. En este periodo destacan: Pajarico (1997); Goya en Burdeos (1999); Buñuel y la mesa del rey Salomón (2001); Io, Don Giovanni (2009); Jota de Saura (2016); y otros largometrajes, cortometrajes y documentales. 

Carlos Saura ha pasado a la posteridad como uno de los más grandes directores del cine español junto a Luis Buñuel y GarcIa Berlanga. Directores de cine actual reconocen su influencia y alaban su trabajo, como el coreano, Bong Joon-ho, ganador del Óscar y la Palma de Oro por Parásitos (2019), Julia Ducornau (y otros muchos cineastas franceses), o la joven directoria y guionista Carla Simón, por poner tres ejemplos muy actuales. Nos queda un legado que envejece muy bien, del que se pueden hacer interpretaciones y relecturas sin fin, y que forma parte de la cultura española y se prestan como documentos de casi 7 décadas de nuestra historia reciente.